Recorriendo Salmón’s Street se aproximó a la florería
Sauvage Orchids, sondeando entre la selva florida se encaminó resistiéndose a
los encantos de otras flores hacia los tulipanes.
Con paso lento, erguido con vanidad, empuñaba su ramo
cual si fuera una espada, y se prosternó ante esa mujer misteriosa de cortina
carmesí:
-
Buen día querida.
-
¡Qué detalle! Siéntate
borreguito, te cuento entre mis sueños.
-
No creas que no he olvidado que
tuvimos una charla corta…
-
Sí, soy una mujer con
compromisos serios (y la mueca de una sonrisa embellecía el busto).
-
Mmm… Me complace mirarla,
siento que no me puedo despegar.
-
Tu cohete no funciona, eso
imaginaba.
-
Quisiera crucemos la
superficie, no me gusta ser banal.
-
En Holanda, tuve la oportunidad
de asistir a ciertos espectáculos nocturnos.
-
Como no olvidar a la gran
camarada Mata Hari (con una voz muy queda, temía el error)
-
No, a mí me gusta conversar.
-
Lo suponía, discúlpeme,
prosiga.
-
Ternura, he puesto mi mirada en
ti porque creo que tienes un corazón noble.
-
No soy tan predecible, creo que
soy un fisgón.
-
Atrapada me siento ante un
hombre tan humilde, para mí eres un chico inocente.
-
Nunca trató de negar lo que
siento…
-
Mírame, acércate, el deseo
convulsiona -prefiriendo su cigarro aléjose- y le refirió:
en la universidad de la locura, estuve recorriendo el jardín
fantástico.
Antes de que pronunciará otra palabra la
seductora retírose y dejó a Natán sumido en el asombro.
En el parque de la pirámide, Sofía se
encontraba sentada con un sorbete, cruzando por ahí una pareja de amigos se le
acercó:
-
Sofía, hace mucho tiempo que no
te vemos.
Sonriendo, les
comentó de la fiesta en la plazoleta.
Alexa cruzando un guiño con su pareja
desenvainó expresivamente:
-
Te quedaste enamorada de las
flores azules.
Nicola
apresuradamente para edulcorar refirió:
-
¿Por qué el cielo es azul, y
todo lo puro se asocia al cielo?
Sofía,
avispadamente, como recorriendo el parque con multitud de ojos, alzó su mano al
cielo y dijo:
-
Bendecid a esta pareja
enamorada, porque el amor es celestial.
Volviendo a la
inquietud de Alexa, le pidió que la acompañara a la florería del centro de la
ciudad para informarse del nombre de la flor.
En la empresa, se
encontraba Natán entre la rueda de amigos, como siempre el tema era burlarse
del más extraño, precisamente porque no compartía sus secretos. Aunque se
notaba que entre ellos también se desconocían, siempre darse las mínimas claves
porque así se protegían de la intromisión en sus respectivas vidas.
-
Mike, has ido al frontenis
últimamente.
-
Peter, me he ausentado por
salir a asuntos de ultrasonido.
-
Natán, y qué cuándo te vienes a
jugar baraja con nosotros, te hemos visto que has empalidecido como mayonesa.
-
Me siento confundido, creo que
mi corazón se confunde, y no sé si dirigirme hacia un lado o hacia el otro.
-
Mira, la vida es muy sencilla,
si tienes estrés toma un té de tila, si te duele el estómago cómprate una leche
de magnesia, para todo hay una solución económica, eso es el óptimo placer.
-
¿Qué harían ustedes si tuvieran
que elegir entre una fresa y una manzana?
-
Ah, yo me como las dos.
-
No, para mí las hago pedacitos
y las revuelvo.
-
En serio, pero qué fruta
elegirían.
-
Vente a jugar frontenis.
-
Elegiría la manzana, es la
fruta prohibida -dijo el más pícaro.
Nueva York,
manzana tras manzana, edificio tras edificio, comercio tras comercio, allí hallábase
Clementine, como siempre buscando por la moda de la temporada, pareciera que
nunca quedará satisfecha por la búsqueda de accessorios para complementar su
belleza natural. Se encontró con un vagabundo que de pronto se paró frente a
ella:
-
La encuentro con mucha
ansiedad, ¿a dónde va tan de prisa?
-
Un día opacado…
-
Supongo requiere de un poco de luz.
-
Jajaja, inspírame, ilumíname…
-
Siento que es una mujer
insatisfecha, preocupada por una soledad insoportable.
-
No.
-
Por aquí pasan esas mujeres de
la high society y siempre les agrada los consejos que les doy.
La mirada pérfida se apoderó de la mujer
misteriosa, sentía por sus orígenes, ese poder de esos miserables que develaban
verdades en las encrucijadas, y que si eran despreciados al no ser escuchados
indisolublemente se mezclaban en tus vidas.
-
Vengo de paseo, ¿conoces de una
alameda en esta ciudad?
Le refirió
enseguida que se encontraba a cuadras de ella, le indicó que había un puesto de
helados donde los niños muy felices se sentían llamados para seguir jugando con
alegría.
-
Jaja, un helado para la
felicidad… ridículo…
Prosiguió su camino, y llegó a la alameda,
disfrutaba más de la soledad y compañía de los viejos árboles, que de la gente
entusiasmada simulando vivir.
Por ahí veía, a los señores ordenando sus
perros calientes, y como con meticulosidad exageraban pidiendo más catsup, o
menos mostaza, así veía también a los niños empalagosos jalando de los vestidos
a sus padres, buscando que les comprarán un algodón de azúcar.
Y así giraba su vida a la abstracción,
recordando el motivo por el que estaba en Nueva York, evidentemente era un
fastidio para ella salirse de sus acostumbradas rutinas, aunque manejaba a la
perfección al inglés, su acento la delataba, y había esa incomodidad de tener
que pedir el menú y exigir la cuenta, no se sentía a gusto en estos cafés
aunque hubiera una gran afluencia de diversidad cultural.
Impresiones, huellas, parecían vacías,
sentirse extranjero siendo humano.
El alcalde de la ciudad de Nueva York,
presentía esa necesidad de los habitantes, sentía que en efecto, contaban con
una gran seguridad, pero se encontraban como limitados por cadenas invisibles,
como dice Foucault, vivían en la paranoia y en el temor a ser encarcelados. Sí,
desde luego que oportunidades de consumo había a cualquier hora del día, los
taxis iban de un lado hacia el otro sin parar, los bares se atiborraban de
personas, pero había una neblina de tristeza insoportable.
Nueva York, esa ciudad donde el béisbol es
célebre por los Yanquis, donde familias, humildes trabajadores, jóvenes
apostadores, grandes empresarios, van y comparten una alegría, comiendo peanuts
o hot-dogs, disfrutando el esfuerzo de hombres disputándose el lugar de cuatro
almohadillas dispuestas en forma de rombo.
Ahí se encontraba el alcalde, comentando
con un amigo los aconteceres del día, le refería sobre lo extraño que ha sido
el poder congeniar la seguridad con la libertad. Uno vaticina fácilmente que al
haber menos delincuencia la gente se siente más libre, pero desde luego al
haber más restricciones la gente teme equivocarse, y esto implica que siempre
busque uno pulirse en su forma de ser, y se sienta como prisionero de su
vanidad, quizá implica un carácter, pero significa quedarse encerrado en un
egoísmo que limita la convivencia social.
La discusión se sobrellevaba con calma,
efectivamente se respiraba la tranquilidad de un pueblo sin miedo, lo que le
preocupaba al alcalde era la falta de alegría, de ilusiones, y eso no es el
sentido de la América que soñaron los fundadores, la América de la creación, de
la proyección de sueños, de la búsqueda de la felicidad.
Pero Woody Allen pedía hamburguesas a las
tres de la mañana, y la vida seguía…
Natán se esforzaba con la paleta hundiendo
la bola en la pared, siempre temía el rebote es un juego peligroso, de máximos
reflejos, uno de los jugadores era de Cataluña y era precisamente un as, muy rápido
y muy agresivo, sentías que proyectando su tiro sobre el muro se dirigía
directamente al cuerpo de los competidores. El sudor era inevitable, es un
juego rudo mover el brazo con fortaleza y asestar al muro la bola de cañón,
pero inevitablemente como en una película chusca el regreso de la bola es lo
preocupante.
Miradas furtivas había entre los jugadores,
es un juego rápido, la inteligencia espiritual de sentirse inspirado para no
dejarse perder, y sin embargo, a veces se sobreponía un olvido para que alguien
consiguiera puntos, suponer acaso que aunque el punto sea largo, siempre la
extenuación provoca ese error no esperado o acaso esa pequeña distracción
vulnera a la habilidad aunque no la pida.
En el descanso después de tan aguerrido
juego, se refirió Natán a su dolor de cabeza, relató haber conocido a una mujer
extranjera y sentir impotencia frente a ella.
-
Hermano, te angustias
demasiado, desborda tu energía pero mantén tu carácter, el error en el juego es
perder los estribos, es que te gane la ira.
-
Siento que es misteriosa, en
realidad no me exalto, pero no tengo ocurrencias sobre qué decirle, me siento
sin gracia, detesto no agradarle.
-
Eres quisquilloso, una mujer
nunca te va a decir lo que siente, hasta que ella lo desee.
-
Por más que esfuerzo no logro
punto.
-
Así te notó, un poco apagado,
extenuado. Vamos a un bar el próximo viernes.
-
OK, haya seguimos platicando.
Clementine en su
habitación miraba los copos de nieve con una tranquilidad como si del cielo
cayeran gotas de leche. El frío
exterior forzaba al corazón a sentirse glacial, casi petrificado. La calma que
se respiraba en la atmósfera invitaba al frote de manos, así que se dispuso a
tocar una pieza en el piano. Los dedos se juntaban con las teclas, y la
aproximación, el contacto, la energía en sinergia modificaban el ambiente
congelado. Si tuvieras que elegir entre quedarte ahí junto a tu creación o ir
hacia la producción de otros, ¿qué desearías?, ¿voltear hacia lo que no te
gusta y dejar las estatuas de sal
que se van anclando?
Revisando los
documentos desde su escritorio, la entusiasta Sofía buscaba relaciones sobre el
contrabando de pétalos de flores, se extrañaba al ver las innumerables
narraciones de marginados que se atrevían a dejar pistas con flores. Se
preguntaba el por qué siempre se pretendía dejar la impresión de amor en actos
que tal vez eran vengativos. ¿sería acaso que ignoraban que el odio no tiene
cabida en la belleza? ¿o que les apetecía tanto decorar la naturaleza muerta
con flores recién cortadas o con pétalos recién separados de su madre flor?
La madre flor,
ese pequeño caminar de crecimiento, y al final marchitarse y ser arrojada al
cesto. Recordaba a su familia en ese pueblo montañoso, particularmente a su
madre que le esforzaba siempre a dejar su lugar de origen, para vivir fuera de
la tradición, y empezar la aventura en la red civilizada. Le preocupaba a Sofía
esa visión tajante, si quieres ser feliz debes abandonarnos, mientras vivas
bajo nuestro cobijo, le decían los padres, tu libertad y felicidad serían
amargas.
La madre estando
entretenida, buscaba distraerse en tejidos con extrañas figuras, que hacía y
deshacía, y el padre reunido en casa siempre hallaba el placer en sus libros
más que en su familia. En Navidad, Sofía era la que gustaba de colocar los
adornos, disponía de su imaginación para enternecer los espacios, movía y
removía, pintaba y volvía a pintar, compraba y desechaba, creaba y desaparecía,
pero siempre estaba insatisfecha. ¿qué buscaba?
Natán, pensaba
cómo corresponder esa experiencia que tuvo con Sofía, no se toleraba a sí
mismo, por más que quisiera llegar hacia esa cúspide exterior, el temor a lo
desconocido lo envolvía, sabía que la había engañado, usó sus tarjetas de
crédito hasta el límite y no se atrevía a contarle que no era tan libre porque
tenía miedo de mostrarle que era un funcionario dentro de un país pobre, y que
era forzado por las circunstancias a una vida hasta donde los viajes estaban
limitados. Hacía cuentas, su cabeza no dejaba de hacer cuentas, si prestaba
tanto por acá, si buscaba crédito por otras tarjetas, en fin él quería volver a
viajar, pero tenía miedo de no complacerla usando dinero. Recordaba sus
palabras, a ella no le importaba que fuera con dinero o no, ella estaba
entusiasmada por verlo, pero en su corazón, si acaso lo tenía, se avergonzaba,
si no disponía de dinero, ella sería como su mamá y le causaba mucha pena
siquiera imaginarlo. El logro de haber asistido al Mundial de Alemania lo
enorgullecía, pero le entristecía no poder repetir estas experiencias con mayor
frecuencia. Por su mente pasaba el pensamiento insano de robar, no había otra
oportunidad, más que entregar su vida al robo, como un Mefistófeles imaginario
le soplaba al oído: - Roba Fausto, así tendrás un momento feliz.
En la sala de
juntas de la empresa, se preparaba ya el anuncio formal de la planta de
procesamiento de metano para la elaboración de perfumes semejantes a la esencia
de canela. Indiscutiblemente la canela tiene un olor penetrante, que es
rápidamente impregnado a las narices, según el análisis de los expertos es un
vapor que fácilmente llega a ser percibido, es como algo que se impregna y se
difunde con mucha rapidez para ser sentido. La cualidad más importante de un
perfume no es acercarse y percibirlo, es más bien su capacidad de ser sentido a
una proximidad de distancias cortas por otras personas. En efecto, el gusto o
el placer para las mujeres es el halago porque sientan el perfume y conmuevan
el ambiente apagado de una atmósfera neutra.
En un país de
alto desarrollo llamado “Caperucita”, vivía un hombre muy estudioso de las
costumbres de otros países, él prefería leer mucho a estar buscando
entretenerse con la rutina de la vida cotidiana. Ha viajado mucho por todos los continentes, conoce de
distintas comunidades, y en efecto, es alguien que con gran facilidad puede
contar las aventuras que ha vivido. Se ha enterado de la vida de conflictos de
muchas naciones, y ha visto que la posición de ataque en el ajedrez no es la
confrontación, él ve a través de sus ojos como perros y gatos, se molestan día
tras día, y los ve así el perseguidor y la víctima, la víctima molestando al
perseguidor, y el perseguidor molestando a la víctima, y así hasta ver que
intercambian papeles y sigue el mismo juego de molestar a quien sabe quién. Se
daba cuenta que los Juegos de Olimpíada, unían a los países, y miraba
precisamente que esos desfiles hermanaban por un rato a los seres en conflicto.
Según cuentan la prueba reina es el maratón que emulaba a esos corredores que
entregaban cartas corriendo de un pueblo hacia otro. Era una prueba durísima,
extenuante, gastar la totalidad de la energía para entregar una carta de
alguien poderoso a un destinatario también poderoso. El problema radicaba en el
tiempo, el cartero podía ser agasajado como un héroe si la entregaba a tiempo
pero también podía ser reclamado si cometía una falla. Hagan de cuenta era como
un perseguidor de una meta feliz o si se equivocaba como una víctima en huida
sin destino, todo a decisión de los jueces sentados al inicio y al final.
Sorprendentemente se daba cuenta que la vida es una carrera de fondo, pero
donde no se sabe el inicio y menos se conoce el final.
Notó que en la
transmisión de las Olimpíadas sucedieron fenómenos muy extraños, atletas que no
eran favoritos rompían marcas, y los predestinados no lo podían creer, algunos
precisamente quedaron fuera del podio de medallas. Alguien ingenuo diría que ya
les tocaba ser derrotados a aquéllos que sentían vanidad porque siempre ganan.
Pero era algo absurdo, no puedes partir de un entrenamiento mínimo y de pronto
triunfar solo cerrando los ojos.
Consideraba que
había un truco, como personas siempre se necesita preparación para obtener un
título, no se puede lograr una perfección simplemente sacando un conejo de la
chistera, es decir, tristemente se tienen que dar secuencias para conseguir un
objetivo, los saltos al vacío no conducen más que a la desesperación.
Considerad que para cambiar las condiciones de vida, se requiere de
entrenamiento, educación y mucha comunicación.
Este científico
social de renombre era el Dr. Platonio Smart, y había encontrado en su
análisis, que muchos atletas ganadores de medallas no habían figurado en
competencias previas en alto nivel, lo cual implicaba un fenómeno extraño, ya
que eran organismos saludables que no hicieron uso de sustancias indebidas. Se
propuso investigar cuál era la situación que provocaba la caída de los antes
imbatibles y el ascenso de los que no eran favoritos. Era cierto, para ganar
una competencia se extenúa hasta el último aliento, a veces ningún soporte de
tecnología deportivo o de calidad y ambiente de mejor vida puede propulsar por
sí mismo que deportistas de una nación se sobrepongan a aquellas en donde la
pobreza continúa siendo un rezago.
Clementine frente a su espejo, daba el
retoque a su expresión facial, finalizando tomó su bolso pequeño de un color
negro y se arropó con el abrigo gris, el Taxi ya la esperaba, se dirigía a las
oficinas del Comité Deportivo Internacional, y estaba dispuesta a tantear en
diálogos a algunos de los directivos, era preciso disponer de las reacciones
que se destilaban entre la gente involucrada en el deporte.
Así, ingresando Clementine, se dirigió al
ascensor, y ahí notaba la expresión de asombro y el intercambio de jocosidad
entre la gente.
-
Hasta que habrá movimientos directivos,
no se puede ocultar el fracaso de grandes figuras en los pasados Juegos.
-
Está asociado el boquete
realizado a los acuerdos previos con las poderosas marcas de patrocinio.
Clementine, se
escondía tras las solapas de su abrigo, pero iba reflexionando por dónde
abordaría ella la situación.
La intrépida Clementine
le indicó a la secretaria del Encargado de Organización de Sochi en Nueva York
que se disponía a discutir asuntos pendientes de inexcusable atención a la
brevedad.
Un funcionario se
aproximó encorbatado y con un abrigo de un café intenso.
-
Inmediatamente me dispongo a su
atención. Tenga la amabilidad de tomar un asiento en mi oficina.
Cortésmente, abre
la puerta de su oficina y Clementine entra a cubrir sus intereses.
-
Buenos días, estoy presintiendo que tendrán
dificultades para el financiamiento. Lamento que grandes patrocinios no quieran
arriesgar su prestigio tras los recientes Juegos.
El organizador,
un poco serio, y quedando de pronto sombrío, comenta:
-
Hay muchos rumores, pero es impostergable,
seguir realizando las conexiones con las marcas patrocinadoras contempladas.
-
Siento que el excelente nivel
mostrado por promesas debería impulsar a las marcas generadoras de sueños.
-
Sí, creo y perdón por la
comparación, se colapsó el sistema donde había pocos privilegiados, y ahora
cualquiera con gran ilusión puede ser favorito, y eso en lugar de poner a
dormir la maquinaria económica, la estimula para la búsqueda de más sueños.
-
Negociaré que se les facilite
el préstamo con el Consejo, porque es indispensable que se vaya avanzando en el
proyecto de Sochi, aunque es prioritario se favorezcan los compromisos que ya
hemos charlado.
-
No tenga ningún inconveniente,
seguimos en la agenda, y esperamos su apoyo definitivamente.
-
He concluido entonces, hasta pronto.
Clementine,
continuando, vuelve a tomar el ascensor y va unos pisos arriba.
La secretaria del
Gestor Financiero del Comité Deportivo Internacional le indica que ya la espera
el funcionario.
-
Madame, le tengo el informe que
me ha requerido.
-
Con gusto, lo reviso y
mantenemos comunicación.
-
Hay mucho escepticismo, pero
creo las piezas se están reintegrando otra vez.
-
Se esperaba que la solidez
mantuviera la calma.
-
Por mucho viento, es una roca,
un fundamento sin preocupación.
La misteriosa mujer había culminado con su
visita al Comité Deportivo Internacional.
Era una mañana soleada, iba presentándose
la gente al ministerio de guerra, Sofía platicaba sobre la emoción de encontrarse
muy cerca de una fiesta importante para ella. Un amigo de esos incondicionales,
contraía nupcias, y ella estaba encantada de bromear con él, se encontraría
atrapado en la formalidad de la ceremonia, y ella no perdería detalle de lo que
la gente estaría observando, bromeando, mientras obedientes seguían una
procesión y establecían un vínculo fijado a través de una ceremonia vista por
los demás.
-
¿Irás sola a la boda?
-
No, espero a Natán, un amigo
que conocí en Berlín.
-
¿Y ya conoce a tus amigos?
-
Es la primera vez que viene a
Madrid.
-
Tendrás que presentarlo a tu
familia.
-
Ya está advertido que se
llevará la sorpresa de la vida.
El general iba despachando sus primeros asuntos, cuando
llama a Sofía a la oficina:
-
Habrá un acto público,
develaran una estatua para un poeta, me gustaría estés vigilando y luego me
informas.
-
Es un gusto, jefe.
-
Los datos te los proporciona la
secretaria, luego nos vemos.
Era el viernes, y
el sábado sería la boda. Natán llegaba el viernes. Tendría que llevárselo al
evento y después pensarían en la boda del sábado.
Natán, preocupado
enormemente por su salida del país, se quería agarrar de todos sus recuerdos,
se negaba a dejar lo más importante de su vida pasada en su país, no quería
abandonar esa seguridad que suponía hablar con gente que entiende de qué le
hablas, y no volver a nacer en una tierra donde desconoces todo de todo, y para
la mayoría serás un extraño que puede o no tener relevancia, todo depende si tiene
una contemplación turística o si intentará un lazo de amistad.
Un turista si se
planta como un árbol para observar, que teme tocar, que a lo mucho saca su
cámara fotográfica, parece como un espécimen sujeto a observación, se sabe que
se quedará mirando, cuánto tiempo, se sabe que mantiene su distancia y finge un
respeto en forma preestablecido, pero su mente colisiona por dentro, pero no me
quedaré mudo, puedo preguntar esto, puedo externar mi opinión, puedo sentarme
un rato, y no parecer como un investigador en una ruina arqueológica,
evidentemente su función es ser turista. Pero tal parece que lo llevarán jalado
de un lazo como en esas visitas escolares a una fábrica o a un museo, si siguen
al guía no se perderán, vayan ordenados no se vayan a extraviar, siempre la
idea es que regresen los mismos que llegaron, y en lugar de admirar la visita
turística, vigilan si hace falta alguien o están vigilantes de quién fue al
baño o quién se quedó dormido.
Natán ha llegado
a Madrid, se apresura, toma su equipaje, y se dirige al sitio de llegada, alza
con entusiasmo su mirada y no se equivoca, la ha visto de inmediato, deja a un
lado su equipaje y corre a abrazarla, pareciera que en una eternidad no se
habían visto, y el tiempo es corto para volver a sentirse cerca, próximos,
juntos. Mañana irán al enlazamiento de dos, que juntan sus vidas y deciden no
separarse, que deciden formar el equipo y jugar en equipo, que deciden estar
juntos, cercanos, próximos, y esa es la idea de la ceremonia, que todos sepan a
la vista, que tomados de la mano, como Uno, tomarán las empresas que vengan.
Irónicamente, todos saben que solo hay representación, necesitan soltarse de
las manos y tener vidas independientes, pero si logran darse ese apretón de
manos invisibles aún se encuentren en lugares diferentes o tengan en constancia
esa unión espiritual aún faltando uno de ellos, siempre se encontrarán unidos,
y como empuje y soporte del otro cuando lo necesite.
Sofía y Natán
estaban mágicamente separados de la realidad, estaban enamorados, se olvidaban
de un propósito futuro y se entregaban al goce del presente, para ellos la
única unión era la de la conexión de sus ojos con la chispa de la alegría, era
una hipnosis mutua, ella se encandilaba simplemente observándolo, él estaba
petrificado deseando que las serpientes de Medusa lo enredaran para no dejarla
de mirar.
Sofía le comenta
a Natán acerca de que irán a una función de espionaje:
-
¿A qué te refieres?
-
Recuerdas que mis actividades
son extrañas, hoy asistiremos a la develación de la estatua de un poeta.
-
Te refieres a los informes de
Inteligencia. Tienes una vida de aventuras sobresaltadas. Me preguntó que
notaste en un bichito como yo, señorita Bond.
-
Jaja, creo que te apareciste en
la fiesta, cuando yo quería, y así de sencillo.
-
Eso siento, si buscas tanto,
sufres, si nunca te atreves, sufres, si te tengo a un lado, no lo puedo creer.
-
Y otra vez, te encuentras
conmigo, en una ocasión especial, si no hubieras venido quizá otro te ganaba en
la escena.
-
Me doy cuenta que esto es como
una fidelidad moderna, hacemos conexión cuando realmente lo deseamos mucho, es
decir una compañía que disfrutemos y no simular emociones.
-
Lo que me fascina es que no te
encajas, no eres obsesivo, siento que yo soy la que te busco insistentemente.
-
No es que no desee estar
contigo por más tiempo, creo que ya no te gustaría así.
-
Las mujeres tenemos esa
alteración emocional, debida quizá a nuestra sensibilidad.
-
Muchas veces me ha ocurrido, a
veces están llenas de felicidad y uno es el antipático, y otras veces están
calladas, cerradas, quien sabe que piensan. Me da gusto por un rato, liberar el
show y dejar fluir lo que sientes.
-
Jaja es lo que me gusta de
estos encuentros contigo, nos desconectamos de que tenemos un evento, la boda,
y no por ello mañana vamos a dejar de divertirnos.
-
Creamos un mundo con nuestras
palabras y nos enredamos ahí.
-
Me gusta esa telaraña de casa
vieja, el problema es que lleguen intrusos o traviesos a quitarla. Te das
cuenta, no sabes ni quién se va a casar, ni quién va ir a la boda, ni qué ropa
voy a llevar, y tal parece que dejas que yo te ponga en el nuevo escenario,
como un osito consentido que de pronto pones sobre tu televisor, luego lo
encierras en el closet, o lo subes a un armario. Eso me gusta, no andas
averiguando, y lo aceptas todo.
-
Si quieres me voy a descansar y
así me evito estar parado unas tres horas ante la estatua de fulano.
-
Jaja, no, tu función es hacerte
pasar por mí, y yo me voy a dormir.
-
Ok, vamos los dos, pero no te
voy a dejar trabajar.
-
Finjamos que tú eres mi
estatua, y para los demás tendrán una estatua de poeta.
-
Quieres que me quede suspendido
en el tiempo, tú haces tus investigaciones, y yo fijo, perplejo, atisbo a
observar que todos se mueven, sonríen, y no es por mí, yo soy una estatua y
ellos miran a la que está tapada.
-
Sí, porque tú estás tapada para
mí… quizás después de la estatua del poeta, tendrás tu oportunidad.
-
Ok, te prometo que en el acto
público de la estatua, guardaré compostura, me mantendré atento al acto, y
observaré como tú cada detalle.
-
Por eso me gustas, eso es lo
que quería, que solo fueras mi compañía.
-
Te das cuenta, cuando se dan el
brazo los enamorados, significa caminar al unísono, no voltearse y darse un
beso, sino seguir enlazados, avanzar, ir juntos y en silencio, todo se ha
dicho, se avanza, se sigue enlazado, para que otro pregunte si seguirán así, y
que así sea.
-
Jaja pero tú serás mi estatua
contigua, si sientes un piquetito de cincel, es que quiero que avistes algo,
vale!
La multitud
concurre en este acto cultural en Madrid, develarán la estatua de Escribanio,
Sofía y Natán se encuentran en el círculo externo, y se escuchan murmullos,
gente sonriendo, asimismo están los adustos, los fríos de corazón, y es un
conjunto de las mejores sinfónicas, una colección de instrumentos musicales
diferentes, unos guardando silencio, otros siguiendo el programa musical, y es
que son tan distintas estas mentes de seguidores del arte que Sofía y Natán no
parecen de otro planeta, y por fin, parecen que han hecho conexión con la
realidad. Hay que constatar que se han percatado que hay parejas tan extrañas
como las que forman ellos dos.
Natán, fiel a su
promesa, está callado, y no despliega un discurso estúpido cuando escucharán
algo cultural. Se siente relajado, observa cuánto ha dejado por mantenerse
aferrado a un ambiente laboral competitivo, prácticamente se ha perdido el show
cultural, es difícil que se programe y siga las carteleras de espectáculos, ¿qué
le costaría mantenerse atento a las producciones que realizan artistas cada
semana, y darse su tiempo para convivir con las obras que buscan esa función de
ser valoradas por público? Ves a tanta gente estrafalaria, que trata de imponer
su persona, que busca crear, componer, edificar algo que no existe para que sea
leído, escuchado, observado por ese público exigente que le gratificará o le
será indiferente.
Algunos dicen que
su vida es su poema, que no necesitan realizar alguna actividad artística, hay
muy pocos genios que logran dejar objetos externos a su vida que aún sean
valorados. Los escritores dejan novelas o poemas, los escultores y los pintores
dejan sus obras. Y es que los artistas dejan objetos, de los que se puede
apreciar su vida, pero desprenden su vida de artista y crean algo para la
posteridad que no es tal vez ni cercano a la vida del artista, puede ser un
impacto cultural en una época y el artista puede hasta quizá no saberlo. Y es
probable que la vida, no sus obras, la vida del artista no sea un poema, sino
una cadena o continuidad de sufrimientos, y ya se les develan estatuas pero ya
han fallecido, a veces no logran gozar con la producción de sus obras, hasta
que son recuperados por estudiosos de la cultura, esos infatigables que valoran
muchos objetos de artistas y se mantienen a la expectativa de más tesoro
cultural.
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