Elegir huir de lo inminente, fracaso inevitable, atrapado entre dos fuegos, pero el escenario electoral de este año (y la cada vez más lejana reforma política) pueden inclinar la balanza hacia lo que sucederá con nuestro país (bi)centenario.
Hay siempre la disposición del gobierno federal en turno hacia favorecer la descentralización o fortalecer el federalismo. Pero, siempre desde el gobierno central se reparte a los miembros de la Federación, hay algunos que reciben más, otros que reciben menos, unos que se merecen más, otros que reciben mucho pero casi no aportan. Es el Congreso quién determina el presupuesto de egresos, pero es el Ejecutivo quien dispone a quién se le darán recursos para tal obra o en dónde se efectuaran obras prioritarias.
El poder central es con quién se negocia para recibir más recursos, es quien libera o retarda los recursos, y puede complicar o facilitar el desarrollo de obras en los Estados.
Es halagado por los gobernadores estatales quien ostenta el poder central, puesto que así se garantiza la comunicación que posibilite el desarrollo de proyectos en común. Por ello, el gobierno central en apariencia domina todo su territorio, pero sucede que en los Estados hay otro poder, el de los gobernadores, que son quienes administran los recursos que les delega la Federación, pero también poseen sus propios recursos. El territorio de los gobernadores se limita a sus respectivos Estados.
Los mexicanos sienten la acción de gobierno que les es más cercana, en el caso de los Estados es difícil que pase desapercibido el estilo de ejercer el poder del gobernador en turno. Y por ello, el gobernador al marcar con la batuta el compás en la ejecución de la pieza musical, se lleva las palmas o las rechiflas, genera tranquilidad o discordia, pero la gravedad ocurre cuando se introduce el miedo y muchos ya no ven con agrado la asistencia al concierto, huyen del poder porque se sienten inseguros por que se ven expuestos a castigos, daños, muchas veces movidos por un capricho, o el malhumor de los que pertenecen al aparato estatal, es cuando ya tenemos al tirano en escena, que criminaliza lo que no va de acuerdo a sus intereses, que quiere imponer su visión de mundo como la verdadera y llevar a la hoguera a los herejes, que se impone con argucias o violencia a conseguir lo que no lleva el consenso de la mayoría, el que hace esos negocios multimillonarios que favorecen a unos cuantos, que pueden ser extranjeros, y se hace de oídos sordos de los reclamos de quienes sufren pobreza, falta de expectativas e ilusiones.
Pero se ponen en escena, quien desde el gobierno central controla la llave del dinero y las obras que financia, y quien ejerce un poder político en un Estado que puede incluir obras benéficas para la sociedad, pero que también puede incluir los despilfarros, la soberbia desvergonzada, la auto-emulación del yo, las agresiones a los que disienten.
Si no hay reforma política, la lucha entre el gobierno federal y los gobiernos estatales, puede llevar a la fragmentación del país. Es indiscutible, el poder que han concentrado gobiernos estatales príistas con más de 8 décadas de longevidad, pero los excesos que se permiten los aparatos caciquiles de poder deben ser desterrados de la vida política, ya se ha mencionado que se tratan de pequeños reyes con una corte de súbditos que anda con la cabeza agachada, y que no es propio de la modernidad. La gente, presa de un régimen burocrático-príista, es de las que sigue la línea, porque han vivido con esa inercia, y de pronto, como máquinas aplaudidoras aceptan al gobernante elegido que les ha impuesto el gobernante que se va. Es un esquema de favores, y de atenciones, que raya en el servilismo para conseguir el premio de ser colocado en el gabinete o avanzar en la jerarquía gubernamental. Ser disidente es vivir en el error, es un pecado, es ser influido por ideas malignas, lo correcto es seguir la línea, ser máquina, aplaudir a quien te pongan en frente, porque así es la fútil vida.
En el Virreinato de la Nueva España había centralismo, propiamente el territorio de México no había sido completamente colonizado, en el Norte había zonas despobladas, y el control sobre el territorio no fue bien logrado ni por el Virreinato ni por la naciente República, tan es así que se pierde Texas, y luego California, Arizona, Nuevo México, porque nunca hubo un poder que realmente dominará esos territorios.
Las reformas borbónicas aceleran el regionalismo, y al frágil gobierno central del Virreinato, le imponen que debe aceptar que los gobiernos regionales tengan su poder político independiente al centro.
Entre los insurgentes, hubo "cacicazgos regionales", y con ello se menciona que los rebeldes influían en determinada provincia o pueblos del Sur, mientras otros estaban en provincia o pueblos de Occidente, es decir, se observa la diversidad del México moderno, donde no es lo mismo lo que sucede en Jalisco de lo que pasa en Morelos, ni lo que pasa en Sonora es lo que sucede en Nuevo León. Los caudillos insurgentes se desarrollan en algunas regiones, en otras habrá tranquilidad aparente, en otras habrá apostadas muchas fuerzas realistas. Es interesante notar que los movimientos insurgentes no levantan a toda la nación, sino que hay provincias donde se favorecen los alzamientos, y hay provincias donde la estabilidad de la Corona no es puesta en duda. El México moderno, tendrá esa reserva de penetración ideológica en sus Estados, no es homógeneo el sentir del mexicano si se encuentra en el Norte, en el Sur, en el Occidente, en la Costa del Golfo. Hay lugares donde habrá ciertas particularidades a celebrar por la Independencia, hay sitios donde no suceden hechos históricos relevantes, pero queda mucho por entender sobre cómo se van conformando los actuales Estados mexicanos, cómo se forma el país en 1824 con representantes de los Estados, y ese mosaico de diversas regiones con particularidades se amolda o se conceptualiza ya como México.
México en 1824 gobernaba sobre Estados. Precisamente la diferencia estriba en que Los Estados Unidos gobernaban sobre habitantes. Si Estados Unidos tenía fiscalidades, México no las tenía.
Con el Benemérito de la Américas haciendo frente a la intervención francesa, se fortalece lo nacional.
Pero, se resalta que Porfirio Díaz controlaba sólo al Congreso y al Ejército, pero tenía que someter a los caciques regionales si se rebelaban a su mandato.
Con la Revolución Mexicana se fortalece el Estado y se crea el presidencialismo.
Con la Revolución Mexicana se ejerce el centralismo.
¿En qué sentido quebró el centralismo del porfiriato?
Porfirio Díaz dió paso para que el movimiento revolucionario se hiciera más rápidamente.
Algunas de las regiones, quedaban bajo el poder de los jefes políticos regionales (lo que serían hoy los gobernadores).
En el Norte del país, la Revolución prende, hay rechazo y odio a los gobernadores porfiristas.
Con los carrancistas se daría la revaloración de los órganos municipales.
El priato, resultante de la Revolución, somete y subordina al resto de los poderes.
Entre 1913 y 1914, se destruye la soberanía estatal, plena Revolución, no surge una nueva soberanía, se da la desaparición del poder soberano, lo que surge son poderes regionales que disputan.
El Estado porfiriano es barrido.
El Estado Mexicano se reconstituye bajo un nuevo pacto social.
Los elementos predominantes, no hacer abstracción de los pobres, sino establecerles garantías constitucionales.
Se establece el Welfare State (El Estado del Bienestar)
La ideología de la Revolución Mexicana permanece.
La Revolución Mexicana inaugura el movimiento de masas en el siglo XX.
La Revolución Mexicana: la más longeva Revolución del mundo, y aquí no se avizora que se derriben estatuas de caudillos como cuando otras Revoluciones han caído.
Si hay un discurso hueco en la Revolución Mexicana, para bailar el tango se necesitan dos.
Se da el apoyo y la subordinación al partido de Estado con la Revolución Mexicana.
No hay una Revolución Mexicana: hay villismo, hay zapatismo, hay carrancismo, etc...
La Revolución Mexicana impone el modelo de paternalismo en la educación.
La educación gratuita: el gobierno suministra la educación, el estudiante captura lo que le enseñan.
El tema educativo, el principal problema nacional.
Panorama desolador: lo que crees es lo que te enseñan.
Porque la educación no se asimila, se pierde, se fuga.
Y lo más grave, se piensa sobre un molde caduco, no moderno.
El Estado corporativo abandona el control sobre el proceso educativo,
dejando que tuviera mayor peso el sindicato educativo.
La alfabetización en México ya es cercana al 97%, en la Revolución la mayoría de la población era analfabeta.
La prueba Enlace indica que no hay buenos resultados con la educación.
El sindicato es intocable: de rodillas desde Reyes Heroles hasta Lujambio, habiendo pasado hasta dos eminencias como Manuel Bartlett y Zedillo.
¿Dónde están los caciques? Pueden estar encumbrados en el sector educativo, no permitiendo que la enseñanza de los maestros y el aprendizaje de los alumnos mejore.
Pero, desde luego, que se debe evitar que se sigan favoreciendo islas de poder en algunos Estados donde gobiernan cacicazgos, la trensición mexicana está PRI-sionera, la única forma de lograr un avance que favorezca la democracia es votar en contra de los cacicazgos. Nuevamente se ve el fantasma de los caudillos regionales queriendo imponer su ley al gobierno federal débil, pero lo triste es que no hay simpatía popular a esos gobernadores príistas que han instaurado regímenes de la desmesura, como en Oaxaca y Puebla, los casos más notorios, o donde la inteligencia del monarca pretende borrar la inteligencia de los ciudadanos, pero 80 años de exclusivismo y excluyentismo en el poder no se olvidan.
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lunes, 3 de mayo de 2010
ENTRE LA ESPADA Y LA PARED: CENTRALISMO O REGIONALISMO
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