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IL POSTINO

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miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA PARANOIA DE UN REY (La Conjura de los Necios, NOLA)


Dentro había un programa de un festival cinematográfico de verano de hacía un año. En la parte posterior del arrugado programa había escrita una carta con un tipo de escritura angulosa e irregular que constituía la caligrafía minkoffiana. La costumbre de Myrna de escribir más a editores que a los amigos siempre se reflejaba en el encabezamiento:

Señores:
¿Pero qué carta extraña y aterradora me has escrito, Ignatius?
¿Cómo voy a ponerme en contacto con la asociación de derechos civiles con las escasas pruebas que me has dado? No puedo entender por qué podría intentar detenerte un policía. ¡Pero si no sales de tu cuarto! Me había creído lo de la detención si no me hubieras contado también eso del "accidente de automóvil". Si te rompiste las muñecas, ¿cómo me pudiste escribir una carta?
Seamos sinceros el uno con el otro, Ignatius. No creo una palabra de lo que me dices. Pero tengo miedo... por ti. Esa fantasía de la detención tiene todos los rasgos paranoicos clásicos. Supongo que sabes perfectamente que Freud relacionaba la paranoia con las tendencias homosexuales.

-¡Marrana! -gritó Ignatius.

Sin embargo, no entremos en ese aspecto de la fantasía, porque sé lo riguroso que eres en tu oposición a la sexualidad de todo género. Aun así, tu problema emotivo es patente. Como fracasaste en aquella entrevista para el trabajo de profesor en Baton Rouge (echando la culpa de todo al autobús y a cosas parecidas, en una transferencia de culpa), es muy probable que sufras sentimientos de fracaso. Este "accidente" de automóvil es una nueva muleta para excusar tu existencia absurda e impotente. Tienes que 'identificarte' con algo, Ignatius, te lo he dicho muchas veces, tienes que participar en los problemas cruciales de estos tiempos.

-Puaf -bostezó Ignatius.

Subconscientemente, crees que debes intentar explicar tu fracaso, como intelectual y como soldado de las ideas, en participar activamente en movimientos de crítica social. Por otra parte, una experiencia sexual satisfactoria purificaría tu mente y tu cuerpo. Necesitas desesperadamente una terapia sexual.

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