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IL POSTINO
domingo, 29 de noviembre de 2015
MEXICANIDAD Y ESQUIZOFRENIA (La Conjura de los Necios, NOLA)
-¡Irene! -dijo Santa, furiosa-. Siempre estás pensando en ese chico, con todos los problemas que te crea. A ver si despiertas de una vez, mujer. Si tuvieras sentido común, ya le habrías encerrado en el Hospital de Caridad hace mucho. Allí le aplicarían la manguera. Y le pondrían corrientes eléctricas. Ya verías entonces cómo aprendía. Le enseñarían a comportarse.
- ¿Sí? -preguntó interesada la señora Reilly-. ¿Cuánto cuesta eso?
-Allí es todo gratis, mujer.
-Medicina socializada -comentó el señor Robichaux-. Lo más seguro es que en ese sitio estén trabajando comunistas y compañeros de viaje.
-Tienen monjas dirigiendo aquello, Claude. Señor, Señor. ¿De dónde sacas tú eso de que hay comunistas en todas partes?
-A lo mejor, a las hermanas las tienen engañadas -dijo el señor Robichaux.
-Oh, qué espanto -dijo muy apenada la señora Reilly-. Pobres hermanitas, trabajando para una pandilla de comunistas.
-A mí me da lo mismo quién dirija aquello -dijo Santa-. Es gratis y encierran a la gente. Y allí debería estar Ignatius.
-En cuanto Ignatius empezase a hablar con ellos, puede que se enfadaran con él y le encerraran para siempre -dijo la señora Reilly, pero pensaba que ni siquiera esta alternativa era demasiado desagradable-. Quizá no hiciera caso a los médicos.
-Ya le meterían en cintura, ya. Le pegarían en la cabeza, le pondrían la camisa de fuerza, le echarían chorros de agua con las mangueras -dijo Santa con excesiva complacencia.
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