El piano forte, en el que Marianne,
absorta en su propia música
y en sus propios pensamientos,
había olvidado por el momento
que hubiera nadie en las habitaciones contiguas,
estaba por fortuna tan cerca de ellas,
que la señorita Dashwood juzgaba ahora que,
bajo la protección de su ruido,
podría con seguridad,
plantear el interesante tema,
sin riesgo de que la oyeran
desde la mesa de la partida.
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IL POSTINO
lunes, 22 de julio de 2013
ABSORTA EN SU PROPIA MÚSICA
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