(...) Marianne echó un vistazo a la casa cuando entró, y fue suficiente; él no estaba allí... Y se sentó, igualmente poco dispuesta a recibir o comunicar placer.
(...) Nunca había estado Marianne más indispuesta a bailar en su vida como aquella tarde, ni nunca más cansada por ello. Se quejaba de esto cuando volvían a Berkeley Street.
- Sí, sí -dijo la señora Jennings-, sabemos muy bien las razones; si cierta persona de la que no debemos mencionar el nombre hubiera estado allí, no habría estado usted tan cansada; y para ser sincera, no está muy bien por su parte no venir a verla cuando él estaba invitado.
- ¡Invitado! -exclamó Marianne.
- Eso me dijo mi hija Middleton, ya que parece que sir John se lo encontró en alguna parte esta mañana -Marianne no dijo más, pero parecía profundamente herida.
(...) Hacia la mitad del día la señora Jennings salió para hacer negocios, y Elinor empezó directamente la carta, mientras que Marianne, demasiado cansada para emplearse en nada, demasiado ansiosa para conversar, andaba de una ventana a la otra, o se sentaba al fuego en meditación melancólica.
(...) Apenas había terminado la carta cuando sonó una llamada en la puerta, y el coronel Brandon les fue anunciado. Marianne, que le había visto por la ventana y odiaba cualquier tipo de compañía, abandonó la habitación antes de que éste entrase.
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IL POSTINO
martes, 23 de julio de 2013
POCO DISPUESTA
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