Mi querida señora:
Acabo de tener el honor de recibir su carta, a la que espero corresponder sinceramente. Me preocupa conocer que hubiera algo en mi comportamiento de la pasada noche que no aprobase usted, y a pesar de que estoy bastante lejos de saber en qué punto he podido ser tan desafortunado como para ofenderla, ruego su perdón por algo que puedo asegurarle que ha sido totalmente involuntario. Nunca recordaré la amistad que tuve con su familia en Devonshire si no es con el más grato placer, y me agradaría mucho que esta relación no se rompiera por ninguna falta o malentendido de mis actos. Mi estima por toda su familia es muy sincera, pero si he sido tan desafortunado como para dar pie a que la creencia de que había algo más de lo que yo sentía, o quería decir o expresaba, me reprocharé por no haber sido más cauteloso en mis muestras de dicha estima. Que alguna vez haya querido decir más es algo que usted aceptará como imposible, cuando entienda que mis afectos llevan tiempo comprometidos en otro lado, y no pasarán muchas semanas, creo, antes de que este compromiso se cumpla. Con gran pesar obedezco sus órdenes de devolverle sus cartas, con las que usted me ha honrado, y el mechón de su cabello, que me entregó tan atenta.
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IL POSTINO
miércoles, 24 de julio de 2013
LA CARTA DE LA INFAMIA
Su más obediente y humilde servidor,
John Willoughby
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