Pero los sentimientos que convertían tal serenidad en desgracia, la dejaron apartada del peligro de caer en ella. Estuvo despierta toda la noche, y lloró la mayor parte de ella. Se levantó con dolor de cabeza, era incapaz de hablar y se negaba a tomar aliento alguno, apenando en cada momento a su madre y hermanas, y esquivando cualquier intento de consuelo por parte de éstas. ¡Su sensibilidad estaba a flor de piel!
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IL POSTINO
jueves, 18 de julio de 2013
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