Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, ya se notaba la modernidad en algunos matrimonios, el disfrute de muchos placeres hasta entonces reprimidos para la mayoría de los seres humanos, pero también se notaba ya el abandono hacia los productos del matrimonio: los hijos.
Un niño (y después adulto) sólo vive para sus interiores, y se defiende tocando el tambor, ante la incomprensión de los padres, del mundo, de la vida. Se tiene la enfermedad del autismo,donde se enloquece si no se tiene lo que se desea, donde siempre se debe seguir haciendo lo que se desea, y no modificar estos hábitos en lo más mínimo.
Los adultos-niños juegan en el mundo real y tienen sus diferentes tambores que los guían para no quedar atrapados por la bruja negra y la depresión. Un niño de tambor puede develar la fragilidad de alguién que es exitoso pero vive en el fastidio.
El niño del tambor ha sido marginado de una vida comprensible, él ha leído dos libros, y él se asume como depositario de la verdad, inicia una caravana político-teatral antes de la guerra, para después estar instalado en el teatro de un campamento de soldados desolado en Normandía, en plena Segunda Guerra, para después convertirse en el Mesías, que después tuvo que negarse, pero siempre a lo que ordene su tambor, refugio último para una vida sin razón.... tocar el tambor... todos los días.
Ahora, el niño de tambor sintiendose fascinado por un gran actor, demagogo, el payaso Bebra que da ilusiones donde quiera que va, pero rápidamente sus palabras se vuelven huecas, no hay realidad para sustentarlas. La gente con oficio de velador, que llega a su trabajo, hace lo mismo (dormir?), y se va a su casa, el niño de tambor los visita y ve que esta gente es guillotinada por el mismo refugio que encontraron. Y luego, aquel rebelde, que escondido en casa, se la pasa recostado en su cama, durmiendo o leyendo, porque sabe que administrando una vida con una dieta alimenticia mínima -y barata- ¿para qué busca estar haciendo circo en el mundo?. El niño tambor visita a este rebelde, a quien creía otro profeta. Pero al niño del tambor le gustaba la fama y no una vida tan tranquila, así que El niño del tambor se vuelve dueño de una disquera y él pone la musica que debe bailar mucha gente, puesto que él conoce que de alguna forma todos llevamos un tambor, y estamos con ansiedad por tocarlo y encontrar nuestra música personal; pero siguiendo las instrucciones dadas por Oskar, el niño de tambor, puesto que si se busca otra salida (no la hay!), la Bruja Negra vendrá y te espantará, aún cuando te tomes mil copas en el bar para olvidar.
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