Lo que pasa es que se ha metido en apuros. Mantenía su celda tan pulcra como su persona. Pero, se sentía frío como en Alaska, y soñaba que despertaba en un charco de orina helada. Era alguién con quien sólo un loco querría tener algo que ver. Vagabundo mexicano con sus anécdotas sexuales. Nunca había pensado seriamente en la muerte ni en la posibilidad de otra vida. Ha intentado creer, pero no cree, no puede y fingir no sirve de nada. La estancia: de noche, los únicos ruidos eran ronquidos, tos y los lúgubres quejidos del ferrocarril. ¡Pero qué bien la había pasado tiempo atrás! Nadie se acercaba por allá. Aunque se hartaba de comer frijoles con jamón frito. Hasta que los pájaros comenzaron a inquietarlo, malos augurios.
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IL POSTINO
sábado, 26 de enero de 2008
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