La maestra de piano tenía una madre como la de Ignatius, lo pueden constatar en el film "La Pianiste" de Haneke, basado en la novela de Elfriede Jelinek.
-¡Oh, Dios mío! -bramó Ignatius-. Ahora sí que estoy en un buen lío. Sabe Dios lo que estás planeando. ¿Adónde vas?
-Quédate en casa y no contestes al teléfono.
-¿Por qué? ¿Qué es esto? -Los ojos enrojecidos de Ignatius relampaguearon aterrados-. ¿Qué andabas cuchicheando por teléfono?
-No tendrás que preocuparte del señor Levy, hijo. Yo lo arreglaré todo. Recuerda que tu pobre mamá pensó siempre en tu bienestar.
-Eso es lo que me da miedo.
-No te enfades nunca conmigo, cariño -dijo la señora Reilly, y dando un salto con los zapatos de jugar a los bolos, que no se había quitado desde que Angelo la había telefoneado la noche anterior, abrazó a Ignatius y le dio un beso en el bigote.
Luego le soltó y corrió hacia la puerta de la calle, donde se volvió y dijo:
-Siento haber chocado con aquel edificio, Ignatius. Te quiero.
Las persianas se cerraron y la señora Reilly desapareció.
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