Mi padre, el economista admiraba las obras de Toynbee, tuvo en su biblioteca "Estudio de la Historia" (A Study of History) y "Ciudades en Marcha" (Cities on the Move), que recomendaba a sus amigos. Cuando se me ocurrió cursando la materia de Economía Industrial en la Universidad tomar sus libros de Toynbee para documentar mi trabajo, fue contundente, me dijo algo que sonaba a tú no le vas a entender. Y aquí me encuentro hoy con mi lectura de "Sumisión" de Houellebecq ante el panorama de que las grandes civilizaciones se suicidan, y con la profecía de que Europa tiene contados sus días, Europa se suicida, se está suicidando, o ya se ha suicidado. El ejemplo que pone Houellebecq de un bar que cierra sus puertas en Bruselas nos indica que los mejores tiempos de Europa han pasado, y ahora se entiende que hasta es posible que el Islam pueda adueñarse de Occidente, según relata Houellebecq en esta ficción titulada "Sumisión".
Cuando plantea el "suicidio ateo" de Kirilov, personaje de "Los Demonios" de Dostoievski, para demostrar hasta dónde se puede llegar sin religión y creyéndose el hombre lo más importante, pues como Kirilov decide su suicidio, él es un superhombre, por encima de cualquier divinidad. Pero somos tan minúsculos, que es muy cierto, lo que induce el personaje que el universo es gigantesco, y da gracias a quien te obsequia "Breve Historia del Tiempo" (A Brief History of Time) de Hawking, aunque no llegues a entender nada, queda manifiesto que hay algo que ordena el caos, o que pone desconcierto a alguien que puede creerse Dios como Kirilov, tomemos a un fan de Kirilov: Albert Camus, el suicidio es absurdo porque el mundo es absurdo, el universo todo es absurdo, no es difícil esperar el suicidio de Europa...
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