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IL POSTINO

IL POSTINO

martes, 13 de julio de 2010

LA SIRENA Y EL POETA

¿Sé de dónde proviene, sirenas, vuestra pena,
cuando en el mar, de noche, soltáis vuestros lamentos?
Soy como tú, mar, lleno de voces maquinadas,
Y se llaman los años mis navíos cantantes.
.
Al atardecer
en esta costa cantan las sirenas.
Hermosas y disolutas
estas mujeres,
despoblarán las ciudades:
ninguna de ellas
acunará a nuestros hijos:
admíralas
arden fragantes, luminosas y sumisas
en el celo de la noche
se incendian entre ellas
Nos despiden.
.
En el domingo de la plaza la feria
y la barraca y el acuario con tristes
algas de plástico fraudulentos corales
Cabeza al aire la humillada sirena
acaso hermana del que cuenta su historia
Pero el relato se equivoca:
De cuando acá
las sirenas son monstruos
o están así por castigo divino
Mas bien sucede lo contrario:
Las sirenas son libres
son instrumentos de poesía
Lo único malo es que no existen
Lo realmente funesto es que sean imposibles.
.
Así, para calmar el dolor del cacique,
lejos de la doncella que tanto ama,
surge la canción,
y suave y lenta
que le parecía estar escuchando los suspiros de ella.
La forma nacarada de esa sirena
era más blanca que el sedoso rocío
y sobre su pecho brillan sus rubios tirabuzones.
Nacida en la espuma de una ola,
alcanzó la predestinada proa,
abrazó fuerte al bravo cacique
y saltó con él en busca de las profundidades.

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