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IL POSTINO

IL POSTINO

martes, 20 de julio de 2010

CHOPIN

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Chopin, hermano del abismo, amante de las noches trágicas,
alma que fuera tan grande en un cuerpo tan endeble,
el piano mudo sueña despierto con tus dedos mágicos
y la música en duelo llora tus negros acordes.
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La armonía perdió su Edgar Poe salvaje
y la mar melódica uno de sus más grandes oleajes.
¡Todo terminó! el sol de los sonidos tristes se oculta,
¡ el Mundo para expresar su dolor no tendrá más sollozos !
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Tu música es siempre -dolorosa o macabra-
el himno de la revuelta y de la libertad,
y el relincho del caballo que se enfada
es menos orgulloso que el grito de tu corazón indómito.
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Los delirios sin nombre, los besos frenéticos
haciendo dentro de la sombra templada un choque de carnes,
el vértigo infernal de los valses fantásticos,
las apariciones vagas de los difuntos queridos;
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La mórbida pesadez de los blancos soles de otoño;
el frío húmedo y sucio de las fúnebres cuevas;
los inhabituales estremecimientos de los que la virgen se asombra
cuando el verano hace arder los corazones y los cerebros;
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La abominable tos del tísico de poco valor
hostigándole entonces cuando él fantasea en el porvenir;
el inefable dolor del paria que da chillidos
maldiciendo el amor que él habría querido bendecir;
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La agria fragancia del suelo cuando caen los chaparrones;
el misterio de las noches donde gimen los coros;
el perfume peligroso y dulce de las flores perversas;
las angustias del alma en luto con el cuerpo;
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Todo eso, torsiones del espíritu, mal físico,
estas pinturas, estos ruidos, este inmenso terror,
todo eso, yo lo encuentro en el fondo de tu música
que rebalsa amor, sufrimiento y horror.
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Vírgenes tristes a pesar de sus labios encarnados,
tus doradas mazurcas sollozan por momentos,
y el desgarrador humor de tus sombrías sonatas
me lleva a alucinaciones y me colma de largos estremecimientos.
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En el fondo de tus Scherzos y de tus Polonesas,
abandonos de un corazón mortalmente afligido,
oigo cantar a los lagos y el rugir de los fuegos ardientes,
y me sumerjo con calma y me pongo estupefacto.
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Sobre la grupa ondulosa y rebelde de las escalas
haces bendecir las apariencias fieras y atormentadas,
y lo violento y lo emocionante, cuando tú los amalgamas,
refinan el sabor de tus extrañezas.
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Tu música liberó los soplos y los estertores,
las tristezas del aburrimiento, de la duda y del remordimiento,
y tú sólo encontraste las notas sepulcrales
dignas de acompañar los espasmos sordos de los muertos.
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Triste o alegre, en calma o lleno de una angustia infinita,
yo tengo siempre el alma abierta a tus aires solemnes
porque reencuentro de parte en parte la armonía,
las risas, los sollozos y los gritos fraternales.
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¡ Por desgracia ! tú muerto, ¿quién luego puede tocar tu música?
Artistas fabricados, sin nervio y sin calor,
ustedes no entienden eso que la gran Tisis
derramó de genio en el fondo de su dolor.
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