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IL POSTINO

IL POSTINO

viernes, 6 de agosto de 2010

A REBUZNAR Y PARABA LA OREJA

En otoño, a esta hora donde la noche triunfante
inunda en oleajes mudos el campo cadavérico,
nada me divertía más, cuando yo estaba niño,
que ir a buscar al asno al fondo de un prado
y de volver a llevarlo hasta su establo.
En vano el viejo asno sentía sus dientes amarillear,
sus pezuñas agrietarse, su piel endurecerse:
En mi vista, él pensaba en los galopes de la víspera,
y entre los cardos comenzando a oscurecerse
él se ponía a rebuznar y paraba la oreja.

Entonces yo lo montaba a horcajadas y mi blusa en holgura
chasqueaba como una bandera dentro del cierzo en furia
que, por los caminos de poca actividad, unas veces asustándome,
otras veces sofocándome bajo la nube oscurecida,
desencadenaba contra mí todo su soplido.
¡Qué marcha! A veces teniendo gran pena en aguantarme,
yo habría querido descender o poder superar
sus riñones cortantes y de una aspereza sin igual;
pero él, orgulloso de un jarrete que parece rejuvenecer,
él se ponía a rebuznar y paraba la oreja.

Nosotros íbamos muy rápidamente, y el escaramujo arañando,
las aulagas, las retamas, la choza deteriorada,
los metros de grava, el roble que se agrieta,
la ruina, la roca, la barrera podrida,
pasaban y se daban a la fuga como un ensueño.
Y además contactamos: ¡más que un trote a abastecer!
Dentro de la sombra donde todo venía a confundirse y a unirse,
el asno olía el establo con su muro emparrado,
y sabiendo que su carrera iba pronto a finalizar,
él se ponía a rebuznar y paraba la oreja.



ENVÍO

Del fondo de mi tristeza óyeme bendecirte,
¡Oh mi pasado! -Te amo y todo mi recuerdo
vuelve a ver el viejo asno dentro de la bruma bermeja,
tal como otras veces, cuando observándome venir
él se ponía a rebuznar y paraba la oreja.



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Riñón doble cuando la musculatura adquiere un notable desarrollo y riñón cortante en el caso contrario.

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