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IL POSTINO

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martes, 11 de marzo de 2008

Dos seres en nuestro interior, HORLA de Maupassant

No ... no ... no hay duda, no hay duda alguna, ¡no ha muerto! ¡Entonces si él no ha perecido será preciso que yo me suicide!

04 DE JULIO
Decididamente, estoy como al principio. Vuelven mis antiguas pesadillas. Esta noche, en mi lecho, sentí que alguien se inclinaba sobre mí, que ponía su boca sobre la mía y que parecía sorber mi espíritu. Sí, por qué ocultármelo, ¡también apoyaba su boca en mi garganta como un vampiro! ... Después se fue y yo desperté tan herido y aniquilado que apenas podía moverme. Si esto continúa, volveré a partir.

05 DE JULIO
¿He perdido la razón? ... Lo que me ocurrió anoche es increíble y extraño. Tanto que mi cerebro parece estallar cuando lo recuerdo.

Como lo hago todas las noches, cerré la puerta con llave y, antes de acostarme, me serví del botellón, que siempre tengo encima de una mesilla cerca de mi lecho, medio vaso de agua y lo bebí. Me acosté y, como de costumbre, caí en mis espantosos sueños, de los cuales me libré al cabo de dos horas cuando me desperté sobresaltado. Imagináos a un hombre que sueña que la persiguen para asesinarlo, que siente un puñal clavado en su espalda, que jadea, que se arrastra cubierto de sangre, desfalleciente y a punto de morir, y tendréis una idea aproximada de mi estado.

Al despertar siento sed nuevamente; me incorporo y, al tratar de llenar el vaso ... ¡noto que el botellón está vacío! ... ¡Completamente vacío! ... Me parece no comprender nada y, a punto de enloquecer, me dejo caer en una silla. Después me incorporo de un salto para mirar a mi alrededor. Nada ni nadie. Caigo nuevamente en la silla con la mirada extraviada y fija en el botellón. Mis manos tiemblan. ¿Quién ha bebido el agua? ... ¿quién? ¿yo? Si, no puede ser otro más que yo ... Entonces, soy sonámbulo. Vivo, sin saberlo, esa doble vida misteriosa que hace sospechar la existencia de dos seres en nuestro interior o un ser extraño, incognoscible y animado que, por momentos, reemplaza nuestro espíritu y, dominando el cuerpo, le obliga a obedecer sus órdenes. ¡Ah, es que alguien comprenderá mi abominable angustia! ... ¡Quién compartirá la emoción de un hombre, sano de espíritu, despierto y razonable, mirando, a través del vidrio de un botellón un poco de agua esfumada mientras él dormía? ... Asr permanecí hasta el alba, sin atreverme a mirar mi lecho.

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