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IL POSTINO

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sábado, 15 de marzo de 2008

ALUCINACION, ERA SEGURO , ¿Él? Maupassant

Siempre que salgo de casa, doy las dos vueltas a la llave. Me sorprendió que sólo estaba echado el picaporte, y supuse que habría entrado el portero para dejarme alguna carta sobre la mesa.

Entré. Aún estaba encendida la chimenea; los resplandores del fuego esparcían alguna claridad por la estancia. Acerqueme para encender una luz y vi a un hombre que, sentado en mi sillón, se calentaba los pies, mostrándome la espalda. No sentí miedo. ¡Ah, ni la más insignificante zozobra! Una suposición muy verosímil cruzó mi pensamiento; supuse que alguno de mis amigos fue a verme, y el portero lo hizo entrar para que me aguardara. Y de pronto recordé su prontitud en abrirme la puerta de la calle y la circunstancia de hallarme la de mi cuarto cerrada sólo con picaporte.

Mi amigo dormía profundamente. Un brazo colgaba fuera del sillón y tenía las piernas una sobre otra. Su cabeza, inclinándose, indicaba un sueño tranquilo. Entonces me pregunté:


"¿Quién será?".




Y cuando puse la mano en su hombro..., el sillón estaba ya vacío.


No vi a nadie.

¡Qué sobresalto! ¡Misericordia!



Retrocedí, como si un peligro espantoso me amenazara.

Luego, dando media vuelta en redondo, cercioreme de que tampoco había nadie a mi espalda. Un ansia irresistible me arrastró hacia el sillón vacío. Y estuve en pie, angustioso, jadeante, horrorizado, a punto de caer al suelo, desvanecido.


Pero soy hombre sereno y pronto recobré mi sangre fría. Me dije:


"Acabo de padecer una desagradable alucinación.

Todo se reduce a eso".


Y reflexioné inmediatamente acerca de semejante fenómeno. El pensamiento vuela en tales circunstancias.

Que todo fue alucinación, era seguro.


Pero mi espíritu no se había turbado, mi juicio funcionaba mientras sufría natural y lógicamente;

luego no hubo desarreglo cerebral.


Solamente se habían engañado mis ojos, y su engaño fue origen del error mental. Habían padecido los ojos un extravío, una de las aberraciones visuales que parecen milagrosas a las gentes incultas. Era un poco de congestión, acaso.

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