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IL POSTINO

IL POSTINO

martes, 11 de marzo de 2008

Me pregunto por qué, HORLA de Maupassant

No ... no ... no hay duda, no hay duda alguna, ¡no ha muerto! ¡Entonces si él no ha perecido será preciso que yo me suicide!

02 DE JUNIO
Mi estado se agravó. ¿Qué es, entonces, lo que me sucede? El bromuro no surte efecto, las duchas no me sirven de nada. Para fatigar mi cuerpo paseo por los bosques de Roumare. El aire es fresco, suave y dulce, aromatizado por las hierbas y el follaje. Por mis venas parece circular sangre renovada que insufla energía a mi débil corazón. Tomo por una ancha avenida de caza, volviendo hacia La Bouille por una estrecha alameda, entre dos filas de árboles desmesuradamente altos que forman un techo verde y espeso, casi negro, entre el cielo y yo. Se apodera de mí un estremecimiento, no de frío sino de angustia. Apuro el paso, inquieto al sentirme solo en el bosque, acobardado sin razón, tontamente, por esa profunda soledad. De pronto siento la impresión de que me siguen, que alguien me pisa los talones, muy cerca, cada vez más cerca. Me vuelvo bruscamente. Compruebo que estoy solo, detrás mío solo se ve la recta y larga alameda, enhiesta y solitaria, terriblemente solitaria. Cierro los ojos y me pregunto por qué. Giro rápidamente como un trompo y siento la sensación de caer. Entreabro los ojos. Los árboles danzan. La tierra flota, siento como si me faltara apoyo, como si el piso vacilara bajo mis pies. Debo sentarme y me siento extraviado. Sin saber cómo llegue hasta aquí. Tomo un camino a mi derecha y encuentro el camino que me llevó al corazón del bosque.

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