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IL POSTINO

IL POSTINO

jueves, 13 de marzo de 2008

Rozando mi piel , HORLA de Maupassant

No ... no ... no hay duda, no hay duda alguna, ¡no ha muerto! ¡Entonces si él no ha perecido será preciso que yo me suicide!

19 DE AGOSTO
¡Lo mataré! ¡Ya lo he visto! Ayer sentado ante la mesa de mi despacho, hacía ademán de escribir con gran atención. Estaba seguro que vendría a rondarme muy de cerca, tan cerca, que quizás podría tocarle, cogerle ... Entonces, ¡ah! entonces ...

la desesperación me daría fuerzas;

haría uso de mis manos, de mis rodillas,

de mi pecho, de mis dientes,

¡hasta de mi cabeza,

para estrangularlo, aplastarlo, morderlo ... despedazarlo!

Y con todo mi organismo excitado, acechaba, ...

esperando el momento apetecido.


Había encendido las dos lámparas del despacho y las ocho bujías de la chimenea, como si con esta claridad hubiese podido descubrirlo. Enfrente de mí tenía la cama, una antigua cama con columnas de encina; a la derecha, la chimenea, a la izquierda la puerta, cuidadosamente cerrada, después de haberla dejado abierta largo tiempo con el objeto de atraerlo; detrás de mí, un elevado armario de espejo, frente del que tengo la costumbre de acicalarme y vestirme, y donde me suelo mirar, de pies a cabeza, cada vez que paso delante de él. Así, pues,

simulaba escribir,

como antes he dicho,

para engañarle,

puesto que

estaba seguro de que me espiaba;

no tardé en apercibirme, con certeza,

de que estaba leyendo por encima de mi hombro y que

se encontraba allí,


R O Z A N D O.....M I.....P I E L.

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