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IL POSTINO

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martes, 11 de marzo de 2008

Presentimiento de Enfermedad, HORLA de Maupassant

No ... no ... no hay duda, no hay duda alguna, ¡no ha muerto! ¡Entonces si él no ha perecido será preciso que yo me suicide!

07 DE AGOSTO
.... El sol cubría de claridad las verdes orillas, jugaba con la superficie azul arrancando de ella reflejos de oro: la tierra se estremecía al calor de sus rayos y mis ojos se llenaban de estos destellos de vida y de amor; pasaban las golondrinas proyectando su sombra en el suelo y alegrando mi vista con sus rápidos giros; la naturaleza entera parecía desear la vida y hasta el dulce roce de la hierba que tapiza las márgenes del río, llegaba a mIs oídos como una vaga y cariñosa melodía de amor.

Poco a poco, sin embargo, un malestar inexplicable se iba apoderando de mí. Una fuerza incomprensible, oculta, sin duda, me entorpecía, me detenía, trataba de alejarme, de hacerme volver atrás. Experimentaba esa necesidad dolorosa, que os oprime y os obliga a regresar a vuestra casa cuando se ha dejado en ella un enfermo querido y tenéis el triste presentimiento de una recaída.

Volví, pues, a pesar mío, seguro que iba a encontrar en casa una mala noticia, una carta o un telegrama. Y a pesar de todo no había novedad; me quedé más sorprendido e inquieto que si hubiera tenido una nueva visión fantástica.

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